Meta el dedo, que no duele

Si traemos a la memoria el atentado en Madrid de hace tres años, recordaremos fotografías, testimonios, cifras, reacciones e incógnitas varias. Pregunte a quien quiera que todos sabrán lo que paso en aquella estación, y en las calles de Madrid sin estar en ellas. “Todos íbamos en ese tren” y, por lo que dicen los datos, también estuvimos en Internet. El intercambio de información a través de la red aumentó: se multiplicaron los blogs, se abrieron foros especiales, consultas masivas a la prensa internacional, ediciones especiales, páginas de denuncia, etc. La sobresaturación informativa en medios convencionales y alternativos nos daba más de lo que necesitábamos. Ante la avalancha de datos, el límite lo tuvo que establecer cada usuario, pero poner filtros en una situación así es difícil. Sobre todo porque nos gusta saber, y al detalle todo lo que se pueda. Con todo el morbo que se pueda tragar, y permitiéndonos siempre meter el dedo en la llaga.